martes, 29 de julio de 2008

Viste? a nadie le falta Dios...

Hola, esto pasó hace poco, lo he terminado de redactar hoy, pero pasó hace poco, le pasó al mismo weón que escribe y no fué hace más que unos días. Fué en la vuelta del trabajo y me dejó con una pequeña consecuencia que han provocado que recién hoy lo haya terminado. Un abrazo a mis dos co-protagonistas y un saludo sincero al resto... espero que cambien para bien. La lectura es real, me pasó a mi de verdad, puede también ocurrirles a ustedes. Tengan cuidado. Me gustaría que supieran entender, que lo que digo entre (paréntesis) o entre "comillas" no es lo que en realidad dije, hay una mezcla muy bonita (si se puede decir así) entre lo que dije a viva voz (no en gritos, no me gusta gritar) y lo que pensaba (palabrotas que pensé pero que no dije a nadie (aunque lo merecieran con ganas)). Sepan distinguir por favor y la lectura será más entendible. Les recuerdo que soy un roto de mierda pero no le falto el respeto a la gente! (aunque crean lo contrario). Para resumir, e insisto, escribo los garabatos pero no se los dije a las personas, los pensé nada más en el momento por lo que a continuación podrán experimentar. Ahora si, la lectura:

"Viste? A nadie le falta dios..."

Hoy día salí temprano del trabajo (bueno, a la hora normal pero sin atrasos), tras una prueba de capacitación conseguí un 97% lo que me traía de buen humor. Aumento en algo mi alegría un par de "pinchazos" que me pegué en algunas estaciones del Metro. Tenía razón una amiga, eso ayuda a que esas cosas que se forman en la cara y hace que se vean los dientes se generen (les llaman sonrisas, cierto?). Pues bien, llegó la hora del transbordo, a eso de las 18:55 Hrs. llegué y tras subir y bajar unas escaleras me encuentro con un embotellamiento humano (estaba tapao de weones). Miro en dirección a la última escalera que me quedaba para subirme al último metro que me quedaba y así poder bajarme en la última estación para que, en la última parte del día pueda abrazar a mi hija y poder comer alguna wea. La escalera estaba vacía! nadie bajaba ni subía por ahí, miré y miré hasta encontrar lo que impedía el paso. No se trataba de algún mantenimiento o nada, era una pareja de ancianos. Que les pasaba? me pregunté, la misma pregunta se escuchaba entre la multitud que intentaba mirar por entre las otras cabecitas mientras permanecía en paciente espera. No fue por mucho la calma. Comenzaron los abucheos clásicos de los weones cobardes que se ocultan entre la gallada, "yapo weón oh!", "apura la weaita po!" (estoy seguro que ni siquiera sabian que pasaba más adelante, pero siempre hacen lo suyo). Para peor, pasó lo de siempre, se juntan las mierdas y comienzan a hacer eco. Triste ignorancia troglodita. Por fin me entero de que wea pasa! los viejitos tienen tiradas unas bolsas en los escalones, lo estan recogiendo y volviendo a poner en un carrito de arrastre... pero que pasaba? ah, las personitas empujaban, no les dejaban arreglar las cosas tranquilos, volvían a tirar las bolsas. No era el lugar adecuado, pero observo algo importante: El ascensor lucía un enorme letrero de "fuera de servicio". La única bajada era esa escalera que los viejitos obstruían. No pensé mucho. Bueno, pocas veces lo hago... sobre todo en estos casos. Comencé a pasar por entremedio de las personas... "con permiso señora, con permiso señor" decía.

Iban: Empujones o pisadas sin mala intención de mi parte.

Venían: chuchadas y algunos codazos mal intencionados mero mero en las costillas gracias al alto auspicio de unos desgraciados hijos de su puta madre.

Claro, no podía faltar algunos que tenían algo más de personalidad que me retaban y me maldecian "por mi apuro"... y por supuesto, un creciente abucheo de los "héroes" que atestaban más y más la zona de tránsito. Nadie es capaz de hacer nada por la chucha? en vez de eso, se formó una especie de "paso", los personajes se afirmaban de la baranda y sorteaban levantando sus piernitas, las bolsitas de los abuelos... putas bolsas, puta gente... "No se preocupen, ya casi llego" me decía, "ya casi llego... ya llegaré... esperenme un poco más, ya llego... si". Miraba a ver si nadie intentaba ayudarlos, pero nadie, el único puto cabrón que no miraba el lugar sin afán de saltar las bolsas era yo por el momento. Una dulce señora me tomó del brazo y me dijo "puta que vai apurao weón!, deja pasar a los que estamos esperando de antes", de un tirón me safé de ella, la vieja de mierda me clavó sus garras en el brazo, creo que me rasguñó con el tirón... vieja puta!. "ya casi llego!". Los pobre viejos se ponían más torpes con los empujones, los weones que pasaban tumbándole sus avances y los gritos de los chuchas de su madres que comenzaban a "alabarme" a mi también. Ya casi llegaba! "permiso señora, permiso señor", unos pisotones y los ultimos codazos ya no importaban, "ya casi llegaba" me decía. De pronto Uf! un hombrazo en la cara, casi me tiró los lentes el weón, "si, ya sé que tu pasarás primero que yo, eso, pasa sobre las bolsas weón. Pasa despacito nomás, ah, y si te sacai la chucha por la escalera yo te voy a ir a recoger concha de tu madre!. Baja con cuidadito...". Aproveché de seguir el resto del tramo al mastodonte que me pegó (en realidad unos pasos, pero insufribles frente a la muchedumbre). Estaba más cerca.

Puta la wea, no me había fijado en la cara de urgida de la pobre abuelita. Si hubiera visto esa cara a lo lejos, quisá llegaba antes. El señor que estaba con ella (casi de la misma edad, quizá más) no hacía nada, hacía apenas un pobre esfuerzo para no dejar que la gente les empujara escalera abajo. "permiso señora, permiso señor... llegue mierda!", la señora me miró con la misma cara que miraba a los demás, quisá pensó que también saltaría sus bolsas. Le dije "permítame ayudarle...", me acerqué bien para tomar las bolsas. Eran 2 bolsas de feria grandes y como unas 3 o 4 pequeñas, una de las bolsas grandes y dos pequeñas estaban amarradas a un volcado carrito que no podían poner en posición. Seguían los abucheos, algunas risas y, como ya no avanzaba la fila porque estaba yo en el lugar del "paso", empezaban unos peligrosos y maricones empujones... "la gente", no culpo a todos, pero "la gente"... mi plan era el de tomar la bolsa grande con una mano y el carro con la otra, la señora se encargaría de las pequeñas que restaban... NO! que wea llevaban en la bolsa? chucha la wea, la bolsa grande suelta me la pude a duras penas, pero el carro no lo pude siquiera levantar! la señora decía "mi marido no puede hacer fuerza, disculpeme", "no se preocupe señora" como pude esbosé un sonrisa que ella respondió de similar forma. El abuelo también sonrió.

Maricones! me han empujado y casi pierdo el equilibrio, si no hubiera bajado la bolsa y la uso de apoyo, me hubiera sacado la chucha. Atrás mío una mujer disfrazada de tenida formal y de aspecto escuálido me dijo "vai a pasar o no?", la miré con cara de "la señorita no ve que no estoy webiando?", creo que se contestó sola su pregunta. Bien por ella. La señora rápidamente desamarra tres bolsas pequeñas, le pasa una a su marido. Se queda ella con dos. Me dice "te ayudo con el carro". Fuerza nuevamente, tomo la bolsa suelta con la mano izquierda, levanto el carrito con la otra bolsa grande y una de las pequeñas. Ella mantiene el equilibrio del carrito tomándolo del asa. Puta las weas pesadas! no comenzaba el descenso y me dolían las muñecas! estoy muy cagao físicamente o las bolsas son muy pesadas. La combinación de ambos creo. Empiezo a bajar. El choclón de gente bajaba con nosotros. Les miraba de reojo. La abuela me sonreía. Miro hacia abajo y me parecía las escalera más grande por la chucha! si miro otra vez en otra direción le seguirán sumando escalones a la wea? mejor no distraigo más la vista o si no, no bajaré nunca. Iba por el tercer escalón (toda una travesía entre acarrear el peso y mantener el equilibrio) y escucho de la abuela decir "Viste? a nadie le falta Dios...". Me dolían las manos, pero ya no tuve sensación ninguna de falta de equilibrio. No bajé rápido, pero bajé ya sin titubear y a ritmo parejo. "No escuché" ninguna chuchada más. Bajé cagado de la risa...

... "Viste?, a nadie le falta Dios" dijo la señora a su también anciana pareja. Iba a escribir esto esa misma tarde pero me dolían los brazos. Apenas llegué abracé a mi hija, ella me esperaba con su alegre sonrisa, un besito y una abrazo de su parte bien apretado (a nadie le falta Dios); saludé a mis padres sonriendo (a nadie le falta Dios); lavé mis manos y me mojé la cara, sentí el agua helada de la tarde (a nadie le falta Dios); miré al espejo y me vi reflejado (a nadie le falta Dios); me paré derecho y me estiré, sentía como me sonaban algunos huesitos y me dió un escalofrío por el espinazo (a nadie le falta Dios); respiré profundo y sentí el aroma de lo que me esperaba para comer (a nadie le falta Dios); no comí un banquete, pero calmé mi hambre y agradecí (a nadie le falta Dios). Todos contamos con lo que tenemos y lo echamos de menos cuando lo perdemos nada más. Que pasaría si se aprecia lo que se tiene de una buena vez? el despertar en un nuevo día, ver la luz, ponerse de pie, sentir frío y caminar es un privilegio (incluso hasta olerse un puto peo!). Y quien lo agradece? olvidamos lo que tenemos y no le echamos de menos sino hasta que lo perdemos. Tenemos tanto que otros no, y no lo sabemos disfrutar ni agradecer. Somos unos malditos egoístas de la gran mierda, encimismados en puras weas, tan vanales como irrelevantes. Que a nadie le falte Dios esta en uno mismo. Dar la mano y ayudar no cuesta nada, no esperemos que alguien haga algo para recién atreverse. En ciertos eventos sale la personalidad, la valentía, el heroísmo pero donde de verdad pueden actuar, se hacen los weones...

... Una vez bajé del último escalón, la señora me dijo "muchas gracias joven..." creyendo que la dejaba hasta ahí, le contesté "no se preocupe, tengo quedejarla un poco más allá para no estorbar el paso (de los conchas de su madre y el resto de la gente bonita que vienen atrás de nosotros!!!)". "Muy amable" me contesto sonriente. Bajé las bolsas, puse en posición y enderecé las piezas del carrito (que a esas alturas iba algo desarmado) y me disponía a volver a apilarles las cosas, en orden tal, que fuera más dificil que se volcara o, si lo hacía, evitar se dispersara lo acarreado otra vez. Ella me lo impidió diciendo "muchas gracias, ahora yo me encargo de esto, muchas gracias otra vez joven" y me dió ahora una sonrisa de esas que pareciera que se ven cuando alguien se convierte en millonario. "No ha sido nada señora, vaya con dios" le dije. Que? no se me ocurrió ninguna otra wea que decir!... en fin, dejé a la señora rehaciendo su equipaje y me fuí a la chucha. No quería medallas ni nada, pasé entre la gente como otro weón más, pero me sentía revitalizado. Me dolían las manos ahora de nuevo, de hecho me dolían las articulaciones de los dedos, la muñeca, los músculos de los hombros, llegando hasta el cuello. Ambos brazos me dolían, las weas me palpitaban. Estaba cansado y sudado, incluso, sin tanta concentración, oía mi corazón latir agitado. Pero no me importó, nada de eso lo hiso, me reía otra vez. Me cagaba de la risa. Del weón que me pegó, de la vieja que me agarró, de los weones maricones, de los codazos, de la ignorancia, de las chuchadas, los empujones, de la cobardía, etc. Me reí de todo y de sus putas madres! jajajaja me enojé, putié, pero ya pasó, ahora me cago de la risa jajajaja y ja!!! y me rio. Bendiciones! :)