domingo, 16 de marzo de 2008

¡Emergencia! - Dia 02

Ha pasado mucho desde que relaté el primer día, pero la continuidad, es la continuidad. Esto pasa inmediatamente después del primer texto, la misma noche después de llegar a casa. Ahora, esto supone una pequeña desconcordia respecto al título. Esto no pasa justamente al otro día. Es la continuación del final del día uno y el comienzo del día dos... por tanto, no tendría que llamarse "día dos" la wea... puede ser ¿Continuación del día 01 y luego día 2?, o ¿Día 1,5 y 2? No, todo es mucho webeo, por el mismo motivo, decidí dejarlo como Día 02 nomás. Total las weás las escribo yo, quedan lo mejor que puedo y listo jajaja sonó a que me dio la wea jajaja y ja. Aunque no todos me sigan creyendo, los hechos que relato son reales y, de verdad no deseo que a nadie le ocurra esto algún día...

Día 2... Digo, final del día uno... bueno, ya entienden la wea, como sea: Continuo con la mágica aventura... que me tiene al borde de un ataque de desesperación y quizá, al borde de la locura (bueno, eso último me sonó a un día cualquiera). Después de acostar a mi hija y esperar que se durmiera, me dormí yo. Seguía agradeciendo el ser yo el weón que viva esto. Así me dormí y así gané sueño. Imaginando las otras posibilidades y agradeciendo que fueran eso nada más: ya imposibles hechos del pasado. Como mencioné, logré dormir, pero me duraba a ratos en un comienzo. Como la cama ahora nos queda grande a los dos, mi niñita se hizo la costumbre de ser "algo" desordenada para dormir, así que luego de recibir un par de "upper cuts" y unas patadas en el maxilar superior (eso suena mucho mejor que "patá en locico"), me decidí y la acomodé bien. Me dormí sobre las frazadas y bajo el plumón, dejándola a ella y sus certeros golpes (que no sentía mucho, pues estaba todavía bajo el efecto de lo que me habían clavado en la urgencia) alejados de mi por lo que me quedó de noche. Despierto al otro día (¡Por fin, el mentado "Día 2" del weón!) y le gano al reloj. Siempre pasa que si es algo importante, despierto sin necesidad de alarmas. Claro, esta vez no logré mucho porque me quedé acostadote y pensando weás... era una frase, más de una... eran tonteras que no recuerdo... trato de recordar… volvía a agradecer ser yo, pero pensaba en... ¡Maldito reloj! no me avisas que vas a sonar. Aprovechando el mismo salto del susto, me incorporo y te apago desgraciado desconsiderado. ¡¿Que acaso no viste que ya estaba despierto?!... me di cuenta que el cachete del culo me dolía, habrá de ser el pinchazo imaginé (lo confirmaré más tarde). Despierto a mi mamá que me dijo me acompañaría al hospital el día de ayer. Fui a despertar a mi hermana también, quien media sonámbula (y todavía preñada), llegó a mi cama para que duerma al lado de mi hija. No quiero que cuando despierte, se sienta solita. Un beso a sus sueños antes de abandonar la habitación y a la acción. Salimos sin tomar desayuno, nos salvaríamos con algo por allá. Lo primero era llegar a buena hora y de ese modo no perder tanto tiempo en la fila. En dirección al paradero -y de ahí a la posta-, mi mamá me pregunta si llevaba todo, pasé mi lista antes de llegar:

-"A ver, a ver:

¡¿Nariz?! ¡Presente!,

¡¿Plata pal pasaje?! ¡Presente!,

¡¿Culo adolorido?! ¡Presente!,

¡¿Mamá wena onda?! ¡Presente!,

¡Tonces vamos mis campeones!"

Con el equipo completo y camino al hospital, sentía me faltaba algo. Es algo común para mí. Casi siempre tengo la misma sensación, pero esta vez sentía era de verdad. Hacía memoria para determinar que era... nopo, si llevo a mi mamá, el dinero, la nariz y el culo... ¿Que más podría ser? Algo había olvidado, pero no sabía qué... casi a mitad de camino nos tuvimos que bajar del bus, pues sin las radiografías y la hojita de ínter consulta no me iban siquiera a preguntar el nombre... para variar y por culpa del weón, de pasar a estar en buena hora, íbamos atrasados. Rápido ejercicio para llegar a casa y ejecutar la misión de rescate: bajar del bus - esperar que pase locomoción de vuelta - subir bus - bajar al paradero - caminar 3 cuadras - entrar a casa - buscar papeles - encontrarlos donde se supone estarían a la vista para no olvidarlos - salir de casa - caminar tres cuadras - esperar el bus... de nuevo. Tras unos minutos ¡Pasó el bus otra vez! Nuevamente camino al hospital. Esto de llevar un parche en la nariz es llamativo parece, no hubo casi nadie que no mirara el show jajaja eso que el parche cubría la herida nomás, si me iban a poner yeso ¿Que tan maravilloso será el show entonces? Creo que no tardamos tanto en llegar al hospital, pues la cola apenas daba vuelta y media a la sala... eso nada más. La fila nos demoró cerca de una hora, y todo esto, para que timbraran el papelito nada más. Nos dirigimos al área de "otorrino" y la señora de recepción, tras hacer su trabajo de recepcionar mi recién timbrado papelito, me dice con un dejo de ironía: "ahora hágase la idea de esperar muuuucho, porque usted es el último", le dije -"muchas gracias señora ¡Esto si que es calidad de atención!". No le gustó mi respuesta a su chiste, me miró con cara de "me querís pescar pal webeo?, mira que hago que te atiendan mañana motherfucker!". Detuve la batalla de miradas retirándome de su vista. Me fui a sentar a lado de mi mamá. Una tele de 14 pulgadas, con los colores distorsionados debido a una mala señal, casi sin volumen y al fondo de la sala de espera, era la distracción perfecta para todos quienes estábamos ahí. El triste show de un matinal que lucha por tener más audiencia hacía aún más penosa la estadía en la sala. Entiendo ahora las caras largas de quienes estábamos ahí, había que hacer algo. Al cabo de unos minutos y sabiendo que me llamarían al final, animé a mi mamá para que saliéramos a comprar algo para desayunar. Iba a ser mucho el rato de espera como para dejar que nos aburriésemos ahí, y bueno, permitir que nos sonaran las tripas.

A la entrada del hospital (¡¿O a la salida?!) había unos localcillos de comida. Frituras y empaquetados era el menú que reinaba. Bueno, no pretendíamos un bufete, tampoco nos alcanzaría... pedimos dos "swanguishes" de ave, 2 bebidas gaseosas y 2 empanadas... pagamos y entramos. Entré por la salida (¡¿O la entrada?!) con la idea de haber olvidado algo, pero no me importó. ¿Que podía ser ahora? Daba lo mismo, traje los papeles, me iban a llamar tarde y había hambre en nuestro ambiente a esas alturas. Al comienzo íbamos a comer fuera, pero decidimos que no. “En una de esas me llamaban antes” pensé. Mi estado según la hoja era "grave", así que existía la posibilidad. Una vez dentro nos disfrutamos primero las empanadas, las cuales ¡SI tenían carne! era una sorpresa, pues estoy bastante acostumbrado a comer cebollas carnívoras o con carnes de combustión espontánea, en fin, no me gustan mucho las cosas muy aliñadas y/o con ají, pero estaban bien buenas esas delicias. Luego me zampé el emparedado de ave con la bebida... conversábamos con mi mamá acerca de varias cosas, nos reíamos con anécdotas y cosas para pasar la hora, en el ínter tanto notábamos como la sala se iba vaciando poco a poco (¡Y también como el efecto adormecedor que tenía, se me iba pasando del todo!). Menos mal que ya había alcanzado a comer algo, ahora comenzaba a hablar con algo más de dificultad (más de la acostumbrada) y sabía que si mascaba algo me dolería... menos mal que el desayuno ya lo habíamos terminado. Seguíamos en lo estábamos, hasta que dicen mi nombre por el altoparlante (¡Que lo tenía arriba mío y sonó como nunca el desgraciado!). Imagino que llamar al último es como decir "¡Soy libre mierda!", me sonó a grito libertador esa llamada jajaja bueno, bien por ella que ha terminado su labor. Caminé destapándome los oídos hacia el pabellón 16, tal como lo ordenó la amigable voz, gangosa y robotizada, que nos sedujo toda esa mañana. Aunque alcancé a conversar relativamente bien con mi mamá, la cara nuevamente la comenzaba a sentir, estaba doliéndome ya toda la calavera. No tenía hinchazón pero estaba camino a eso creo. Me dije "le diré al doctor que me dé pastillas para el dolor y la inflamación", si, eso haría. Me estaba doliendo harto ya... si, después de que me revise, le pediré calmantes... aunque hubiera preferido quedarme así, de haber sabido lo que se venía después... ¿Y esa música? Se oscurece todo… ¿Porque comienza a llenarse de humo el suelo? Cierro los ojos y los vuelvo a abrir, todo esta tal como estaba... el dolor me hace ver weás... mejor sigo mi camino al pabellón 16.

Llegué a la wea y un señor me hizo pasar a su pabellón. Me preguntó después de una rápida mirada a la hoja y las radiografías "¿Te duele?" -"Solo cuando me da risa" respondí. ¡Lo decía enserio! Pues cualquier mueca me hacía ya tener dolor a esa altura del día. El desgraciado del doc parece que pensó que me lo estaba agarrando pal webeo, y poniendo una cara de "acá el chistoso soy yo" me agarró fuertemente la nariz con unas "pinzas de tijera" que abrían mis fosas como si fuera el bolso del gimnasio jajaja el weón maricón, luego, apuntó dentro de mi nariz con una linternita (la que primero me dio en los ojos y me encegueció por unos segundos). La fuente de luz era pequeña pero poderosa, sentía que me quemaba la entrada de mi naricita y más adentro. Tratando de no prestar atención a la horrible escena, miraba hacia otro lado... ¡Si que era fuerte la luz! de reojo veo que luz sale de mis orejas, dibujando sombras chinescas en la pared, mirando de reojo me parece haber dibujado... un Power Ranger! Miro al otro lado y veo una Princesa Disney jajajaja miro al techo y ¡Estoy proyectando la señal de batman! ¿Me estai webiando? jajaja weno, eso no ocurrió así, pero tenía que ir a "mi lugar feliz" pare escapar un rato del dolor. Involuntariamente me corrían algunas lágrimas. Vuelvo a la realidad cuando escuché que el doctor me dijo "respira". Me salía el ahora clásico "pitito" de una nariz chueca. Inhalo ifffffffffff... exhalo fiiiiiiiiii... inhalo iffffffffffff... exhalo fiiiiiiiii... con otras pinzas más delgadas comenzó a limpiarme mis fosas, tirando restos de algodón, coágulos de sangre y pelitos nasales... ¡Y sin piedad!... De nuevo me ordenó respirar, otra vez el show del "ifff fffi" que ahora sonaba más claro y fuerte gracias a su prolija limpieza. El señor era inconformista, eso generalmente se agradece… pero a el no. Me miraba fijamente de frente, calculando proporciones parece. Su cara se iluminó con una idea que coronó la torta. El muy mierda intentó "acomodar" la nariz de manera manual. Dijo "se ve algo corrida a un lado" y me agarró con sus frías manitas el muy méndigo. Mis lágrimas simplemente le animaron a seguir más duro al maricón... luego de un ratito (¡Segundos que parecían horas!) parece que se dio cuenta que no iba a arreglar nada de esa manera. Le echó un nuevo vistazo a las radiografías y, seguido a esto me preguntó de nuevo, "¿Te duele?". No se porque preguntó, si fue por hacerse el gracioso o no. Estoy seguro que veía como me corrían las lágrimas, me salía saliva y espumaba por la boca y todavía tenía espasmos involuntarios de puro dolor... me seguía mirando, esperando mi respuesta... ¡¡¡Le tenía que responder luego o continuaría "verificando", a ver si podía arreglarla con su horrible método!!! Mentalmente bajé el latir de mi corazón el cual se quejaba a gritos. Tenía que decirle pronto que "si" para que no creyera que no me dolía y continuara poniendo la nariz en su lugar. Tengo que decir "si", tengo que decir "si"... ¡¡¡Tengo que decirle "SI"!!!... salivo algo mis labios y comienzo un patético y triste espectáculo... "sss... ifffff.... pff... fiiiiiiii... ssss... ifffffff... spf... ifffffi... ifiifffiiifi... pf... sss... jjjf... ifi, ifi... ssss... ififi... ohmaigad... s... -inhalo- iiiif... -exhalo- fiiii... -inhalo- iffff... -y gracias a las todopoderosas deidades digo- si...” Casi me cagué -literalmente- pero ¡Por fin lo dije! El doctor frunció algo el ceño y dijo de modo muy simpático: "¡Ya! es una fractura así que te vamos a poner yeso, vaya a la sala Número 8". Temblorosamente solté los rasguñados posa brazos de mi asiento. Me pasó una toalla de papel con la cual me limpié mis rojos mocos y mis dolidas lágrimas. Me incorporé como pude (me temblaban las piernas y sentía que me iba a sacar la chucha de un momento a otro por desfallecimiento). Veía borroso todo, me puso una hojita en la mano y salí diciendo "gracias..." (Ayayay... ¡Gracias desgraciado! No sé como te diste cuenta que era fractura ¡Te voy a postular pal Nobel de medicina! me hiciste creer por un momento que la radiografía con la doble rajadura en la nariz era un tatuaje aweonao conchadetumadre!... te voy a acusar con mi mamá... ayayay). Como pude y aparatosamente, salí, caminé y me paré al frente de la sala que me había nombrado, la número ocho. Me dolía mucho y por un momento olvidaba que tenía que estar agradecido de ser yo… puta la wea que me duele… el pensar en mí, me hace creer y preguntarme ¿Por qué yo? El maldito ego sale a flote a veces, pero comenzaba a controlar el dolor, recapacitaba y mi mentalidad me animaba a sonreír… cuesta la wea, pero pasan dos cosas. La primera es que el pensar que esto lo podría estar pasando mi hermano chico, me fortalece (si el estuviera pasando esto, me diría “que daría por estar en su lugar”, como no sé todas las reglas del juego, siento que esto es el cambio que pedí y que las cosas cambiaron por mi solicitud… es difícil de entender la wea, pero lo describo lo mejor que puedo jajaja); lo segundo es que hay quienes han de sufrir más en estos mismos momentos. No me consuela tanto lo segundo, es decir no me alegra que alguien sufra más, pero me dice que podría ser peor… ¡Y que no me queje tanto!

Estando de frente a la puerta que decía "sala número 8", me di cuenta que no me llamarían de inmediato. "No importa" me dije mientras mi respiración bajaba de pulso, recuperaba en algo mis fuerzas y me erguía derecho nuevamente, el tratamiento anterior me había dejado como viejo culiao jajajaja. La puerta -al comienzo- estaba entre abierta y veía que atendían a una niñita que tenía un grave caso de "¡No-me-importa ni-te-importatitis!". Ya mucho más repuesto del dolor y adivinando que primero tenía que salir esa niña para luego ser yo atendido, salgo de ese tenebroso pasillo -me limpio con las mangas de la polera la cara y esbozo una sonrisa- y le aviso a mi mamá me iban a poner yeso. Le dije que saldría "en un rato más", pues pensaba que el trámite del yeso sería rápido. Ella me acompaña y se queda conmigo en el pasillo. No tenía miedo ni nervios, pues ya había asumido que este "trámite", no sería tan doloroso como la "revisión" que me hizo el doctorcito "manito de monja". Como nadie salía con ánimo de ver que queríamos, golpeo la puerta y sale una mujer que mira la hoja y me dice "espere un momento por favor". No se lleva la hoja ¡Pero no importa! La visión de lo que ahora se venía, se me hacía más positiva pues aunque la puerta ya estaba cerrada, a intervalos veía que sería atendido por esas mujeres que, vestidas de radiante blanco, atendían a la pequeña (un ramillete de 5 mujeres que iban desde los 20 y tantos hasta los 40 y tantos), cada una con diferentes y admirables atributos físicos. Todo bien, ellas demostraban experiencia, profesionalismo y pericia en lo que hacían… bueno, dos trabajaban y el resto estaba ahí para ser admiradas por mi. Como sea, era lo que alcanzaba a notar en el ínter tanto que alguien entraba o salía de la sala. De pronto sale una sexta mujer, alguien que no había visto, era la señora del aseo (lo pensé así porque tenía la cotona azul y verde, toda manchada y las uñas sucias), me dice "¿Que quiere usted?". Ya estaba mucho más recuperado del dolor, le dije casi sonriente "el doctor me dio esta hoja y me mandó para acá" -"Espere un momento" -fue su respuesta y cerró por dentro. Al rato sale la misma señora y me dice secamente "Pase usted… se acuesta en la camilla del fondo por favor". Ah, no era tan pequeña la sala, entrando noté que efectivamente, además de la sala había una camilla. Le iba a preguntar adonde dejaba las radiografías que llevaba en la mano: "disculpe, donde pued... " -y me interrumpe- "señor, acostado EN - LA - CA - MI - LLA"... -¡Ta bien, ta bien! no se chamusque la ñora!!! Dije para mi (imagino que no habrá de ser un buen día para ella, teniendo que hacer papeleo además de su labor de sanitización), las demás mujeres seguían en lo suyo. No tomaron en cuenta mi presencia ni la vocecita de la señorona que me retaba. Callado, me dirigí hacia donde apuntaban sus sucias uñas. Pasó algo en el camino... ahí me acordé de lo que me faltaba haber comprado a la hora del desayuno: ¡CHICLES o PASTILLAS DE MENTA! Me acordé que tenía que estar emanando una suave fragancia a ¡Las empanadas desayunadas! No podía ser cierto, si bien el dolor sufrido en la sala anterior me hizo olvidar de este pequeño detallito, ahora estaba ya avergonzado de lo que pasaría. Intenté olerme yo mismo el aliento, todavía de camino a la camilla (no es que fueran metros, lo que pasa es que todo esto ocurre en apenas segundos) me tiraba el tufo yo solito: no sentía nada. Tenía que haber perdido ya el sentido, obvio, la revisión del doctor no me quito solamente el alivio. A estas alturas mi sentido del olfato habrá de estar en el cielo, de seguro ya sentado a la diestra del señor... ¡El dolor otra vez! olvidé decirle al doctor que me diera algo. Me sonreía otra vez, creí graciosa su técnica de hacer que me olvide de pedirle algo para aliviar el dolor... ¡Provocándome más dolor! jajaja imagino que acá en los yesos no me podrán recetar algo... ¡Puta la wea! ¡Más encima estoy con aliento a cebolla aliñada! ¡¿Como poder estar tranquilo frente a las mujeres que ahora me atenderán?! Bueno, contendré en algo mi aliento, total ¿Que podría salir mal?... odio recordar esa última frase, me trae malos recuerdos... por algún motivo, siempre que llego a esta parte, el mundo se detiene, el ambiente se oscurece y se llena de espeso humo... se escuchan además unos timbres de piano, la melodía del señor FKruegger... ¡Méndigo cabrón! ¿Quien me iba a decir que todo lo que hasta ahora había vivido con mi nariz, no era nada en comparación a lo que ahora se vendría? ¡Maldita mentalidad positiva! jajajaja siempre pensado weás jajajaja pero weno, tenía que seguir alegrándome de ser yo quien lo vive, y nadie más... ¿Me escuchas? ¡No me asustas!... si ¡Tengo que ser yo!... ¡¿Pero porque chucha?! Vas a seguir Jajajaja y ja

Estando dentro de la sala y viendo el escenario más de cerca, me di cuenta mejor de las cosas. Además de notar que era más grande de lo que desde afuera se podía notar, y antes de acostarme en la camilla, vi que atendían a la misma niña, quien estaba en algo que pude reconocer de cerca como una silla de torturas. Faltaba el casco de metal y las amarras de cuero para ser silla eléctrica. Pobre de ella, ahora sé el porque de su cara de espanto. Aunque ahora me importó saber que le hacían (o que le iban a hacer), no pude descifrar nada. Algo interrumpió mi inspección, la mirada de la señora estaba clavada en mí. Me acosté rápidamente en la camilla antes de ser reprendido otra vez. Acostado y con las radiografías en las manos, sentía alegría a pesar de todo. Ese algo (que tendrán que estar cansados de leer) me mantenía con buen ánimo, sonreía. El dolor y el aliento a cebolla se hicieron a un lado por un buen rato. Pasaban los minutos y yo seguía acostado, ya tenía como 10 minutos ahí en esa posición, me estaba dando sueño, estaba agotado. Somnoliento siento la voz de mi mamá, quien pregunta por mí. Antes del portazo, escuché un "ya va a salir", esa fue la respuesta que le dieron, la ahora inconfundible voz de la señora malas pulgas. Ella no me estaba gustando. Me despierta un pequeño grito de la niña, la señora del aseo la molestaba porque pidió que hicieran pasar a su papá ya que estaba asustada. No veía a ninguna de las mujeres, pues la cabecera de la camilla apuntaba al lado contrario. Sabía que estaban ahí y me mantenía de buen ánimo porque luego yo estaría rodeado por ellas jajaja. Tras la petición de la pequeña, la señora del aseo intentó subirme a su balancín, se paró al lado mío y me dijo "¿Usted también quiere que pase su mamá?" sonriéndole a quienes no podía ver, "no gracias, es usted muy amable" le dije, ella me miró con mala cara pues no seguí su perverso juego. Al cabo de un rato, la niña y su padre se fueron. Nunca supe que weá fue la que le hicieron, imagino que yeso también, por motivo de estar en una silla, lo más probable es que haya sido en alguna pierna o brazo, como sea. Por un momento pensé que me habían olvidado, pero la señora del aseo estaba ahí conversando con un par de señoras, no me quería levantar a ver nada, pues en un amago de levantamiento que había hecho 5 minutos atrás, me llegó un reto. "¡¿Que se cree que esta haciendo?! Le dije ¡A - COS -TA - DO!" Bueno, las escuchaba conversar y pelar a las mujeres que están haciendo la práctica (tres de las que estaban antes y que se fueron con la niñita). Las pelaban fuerte y parejo: "Que ellas no llevan tantos años allá; que no se ponen con ni uno pal desayuno ($$$); que no tienen derecho a dar opinión" y un pelambrero, envidioso y gran etc. El cual tuve que escuchar. Pasado un rato entra alguien apurado. Creí que esa voz no la escucharía otra vez. Era el mismo otorrino (¡El manitas de monja!), se para junto a mí y dice "ya casi estoy listo para que pongamos el yeso", se aleja de mi lado con la misma prisa. Escucho ahora dos voces que no tenían porque hablar de lo mismo... no debían (nunca imaginé lo harían). El doctor le da ahora unas instrucciones a la señora que pensé que era del aseo. Ella atiende y responde al mismo ritmo apurado que el ¡Ella era su ayudante! Mi corazón pasó en un segundo, de estar sereno a acelerado "¿Que podría salir mal?... puta, de nuevo se detuvo el tiempo, se oscureció y se llenó esta weá de humo... ¿Que podría salir mal?" Me repetía tratando de tranquilizarme ¡Es yeso encima de la nariz nada más! No… la combinación que se ha hecho no puede ser, la dupla que ahora me atenderá no puede ser tan mala... ¡No tenía que ser mala!... "¿Que podría salir mal?" Ya, la música y el humo surtieron efecto, me asustaron y es oficial. Dándome yo mismo la extremaunción y encomendando mi alma al todo poderoso, estaba apunto de ver frente a frente la cara del terror. El doctor deja la sala en su mismo modo: apurado. La ayudante despacha a las otras señoras y nos quedamos solos. "Ya viene el doctor" me dijo, mientras preparaba una charola con cosas que de seguro dolerían... ¡No! no tienen porque doler... era yeso nomás... se acera a mi lado con las manos heladas y húmedas (se echó una lavada parece) y comenzó a prepararme... si, era yeso nomás. Me echaba lo que era un líquido de limpieza en mi cara al parecer. La wea tenía alcohol parece pues olía raro. Me dijo "cierra los ojos", los cerré temeroso, pensando que nunca más los abriría... después siento la piel que me tira… y mucho. Escucho que dice "ahora ya los puede abrir". Ya me había dado cuenta que podía abrirlos pues los párpados los tenía a la altura de la frente… jajaja weno, no tanto, pero me tiraba harto la piel. Estaba desde hace poco involuntariamente mirando fijo el techo. La weá de líquido hizo que mi piel se secara a modo tal, que sentía mi máscara de piel dos o tres tallas más pequeña. Entro el weón que en otra vida fue verdugo y cerró por dentro. Entró apurado, parece que era la hora de irse o de almuerzo pues miraba lo hora a cada rato en su dorado reloj... yo me sentía preparado, "es solamente yeso" -me decía-, pero no me imaginaba lo que vendría...

Todo lo que viene, es desde el punto de vista de un pobre y desgraciado saco weas, adolorido, incómodamente acostado, que difícilmente pestañea, asustado, en una fría camilla, en una fría sala, en un día normal... pero frío. Era ya medio día, de soleado pasó a oscuro, vi por la ventana como nubes negras se tomaban el hospital. Desde la reja del recinto para afuera brillaba el sol, se abrían las flores en botón, los niños jugaban y cantaban en rondas, veo un arco iris a lo lejos... ¿El sol sonriendo? ¡No! Tengo que volver a la realidad, todavía no empiezan y tengo que saber que me hacen los desgraciados. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir. Que raro, se borró la cara del sol nomás... ahora llueve dentro del recinto. Se ven relampagueos y resuenan truenos... Cierro los ojos ¡No, realidad... quiero realidad! Abro los ojos... ahora hay perros que mudamente ladran y unos cuervos picoteando la ventana... mejor no miro más hacia allá... mejor me escapo de acá, pero es tarde para hacerlo físicamente. Llego ante las puertas de mi “lugar feliz”, la wea tenía un letrero en la puerta que decía “En mantenimiento, disculpe las molestias” ¡Maricones! No había más remedio, tenía que estar acá...

... se acerca a mi el sonido de una charolita con weás... no me importan si duelen ya... bueno si. Veo a mi "doctor mortis" con senda vacunota. Una aguja delgada pero como de 13 centímetros. Amablemente me dice justo en el momento en que me la esta introduciendo en el hoyito derecho de mi lastimada naricita "esto te va a doler, te hará salir lágrimas, sentir gotas y mal sabor en la garganta". Pensaba que tenía que agradecerle me hablara y previniera de todo lo que estaría por sentir, lo malo es que esa advertencia me la decía ¡¡Justo en el momento que sentía como sucedía!! Vaya si que me dolió, me dijo que eso era anestesia. Me la aguanté porque se supone que después de eso no sentiría nada. Después se rajó con una segunda carga pero esta vez en el otro hoyito de la nariz. Fue más de lo mismo ¡¡¡Estaba ya con dolor de cabeza por el dolor de la zona de mi nariz!!! Como si esto fuera poco, saca otro par de agujas y me hace lo mismo pero por fuera. Agradezco que la camilla tuviera unas barandillas, y si bien estas estaban en posición baja, me sirvieron para afirmarme y con ello, evitar repartir los golpes que involuntariamente, un cuerpo que sufre, daría para defenderse. Su ayudante me secaba la sangre que sentía salía de esos dos "últimos" pinchazos... dije "últimos" porque al señorito ¡Se le ocurrió darme dos tandas mas por dentro de mi nariz! y diciendo algo como "creo que mejor le pongo dos mas" (¡¿Creo?!). Con muchas lágrimas corriendo, con la garganta amarga, un mal sabor, con dolor o más bien mal estar y/o incomodidad por la situación estaba a punto de comenzar una extraña y épica batalla. Este señor, creyendo que no sentía nada, se puso a jugar nuevamente tratando de acomodar la nariz de manera manual. Me acordé de mi aliento a cebolla, antes de ese momento me había puesto a respirar solamente cuando el doctor se daba vuelta a tomar algo o lavarse las manos. Sentía vergüenza, pero cuando empezó con esas macabras y distorsionadas maniobras, comencé mi arremetida. El doctor usaba esas cosas como tapas de tarro con un hoyito al medio para mirarme, yo apuntaba mi aliento a ese hoyo como si fuera mi objetivo o mi tiro al blanco jajaja, emanaba en esa dirección mis respiros. El maricón tiraba más fuerte. Al parecer lograba algo porque se detenía a ratos su método casero de arreglar las cosas. Debido a que se hacía a un lado cada cierto tiempo (así su ayudante me limpiaba la cara de la sangre y las lágrimas), no podía atacar tan seguido como hubiera deseado jajaja Cuando llegaba, comenzábamos otra vez. Agradezco nuevamente las barandillas, de verdad agradezco que estuvieran firmemente fijadas a la camilla. De verdad que si por algún motivo, alguna de ellas se hubiera soltado, repartiera golpes cual demente antes del encierro, cual rata arrinconada, cual puta vieja por clientes, cual weón con nariz rota...

El doctor me miraba nomás a través de su tapita de tarro. No sabía que tan fuerte estaba mi aliento pues mi sentido del olfato estaba hace rato junto al altísimo. No miraba más a la ventana, no quería mirar nada más. Algo confabulaba, ni si quiera mi “lugar feliz” me dejó entrar a sus aposentos para refugiarme del horror. Miro mi alrededor, la señora ayudanta me miraba a los ojos de vez en vez. No paraba de hablar weás que de verdad no recuerdo... bueno, eran puras weás que cada 2 o 3 minutos largaba para molestar nomás. El doctor sin pescarla, seguía concentrado en lo suyo y mirando de reojo su dorado y brillante reloj. Ambos se habían puesto unas mascarillas. ¿Habrá sido para evitar que viera sus maléficas risas? La anestesia surtía efecto parece, pero siento que ha sido solamente para detener la herida y la hinchazón. Todo lo demás lo sentía. Agradezco nuevamente al señor que inventó las barandillas. Dios lo tenga en su gloria. De verdad que esos artilugios de hierro, fueron mi tabla en el naufragio, no las solté y hubiera rogado tenerlas para las dos cosas que se vinieron cuando el doctor dejó su labor casera… aunque hubiera preferido estar amarrado de pies y manos. No es por nada especial, pero me hubiera podido retorcer a gusto, de toda la molestia y el dolor que lo que a continuación relataré me hicieron vivir el par de desgraciados sádicos. No diré la frase mágica porque si escucho la música, esta weá se oscurece y se llena de humo, me cago de verdad. Si, también he de ser justo y agradecer al doc. Me enseñó que siempre todo puede ser peor, bueno, la frase ya la conocía, toda persona positiva con experiencia la conoce. Pero validó la frase con fanfarria el desgraciado… aunque nunca pensé visitar el infierno (o sea no tan luego), el maricón del señorito, junto a su endemoniada pareja, me provocarían ver el purgatorio:

1.- Aburrido de no lograr lo que quería, introdujo una especie de trozo de fierro en mi nariz y comenzó a hacer palanca, me dijo "tengo que seguir hasta que se escuche un 'click'", pues estuvo en eso, haciendo que de mi “anestesiado” rostro saliera ese maldito click. De cagao no se subió arriba mío y me puso un pie en la cara. Nuevamente la sangre, el sudor, las lágrimas y mi dolor le provocaron más ganas al doctor (Esa frase sonó a sinopsis de película porno HardCore jajaja). Me hizo palanca con todas sus ganas, me agarraba con una de sus manitas la cabeza. Desesperados (ambos dos, cada uno viendo lo suyo), le pidió ayuda a su engendro de maldad quien fuertemente –y con ayuda de mí cuello- evitaba que la fuerza que hacía el doctor me dejara la cara vuelta para el lado del culo. Sudaba como finalista. Debido a la tardanza del Click, comencé nuevamente a temer. Me arrepentía de mis pecados mientras recorría pasajes de mi vida. Vuelvo a lo real. Estaba rojo ya el doc, me miraba con cara de "¡Hace click maldita nariz, te lo ordeno a nombre de mi señor Satanás, hace cliiiiiiick!" hasta que con intervención divina, mi cuerpo, en ánimos de seguir vivo soltó lo que pareció un click. No sabía ni me importaba si había sido la nariz, mi cuello, el cráneo, mis sesos o la misma weá de palanca de fierro. Seguía conciente y salió ese bendito "click" que evito lo que en segundos más se veía venir: que se rajara o desprendiera algo de mi.

2.- Una vez escuchamos el click. Me soltaron la cabeza, me limpiaron nuevamente la cara con alguna wea y escuché venir otra charola con instrumentos. Ya ni me pregunté nada, solamente miraba lo que hacían. Era un espectador de su grotesco show. El doctor dijo “esto no dolerá mucho, se sentirá más molesto”… de algún modo lo excité, no creí que me querría hacer sexo después de todo jajajaja le faltó decirme que dijera 33 y que relajara los músculos al maricón jajaja De cierto modo me hizo sexo el maricón, violó mi naricita... ¡Y en mi presencia! El desgraciado majadero comenzó a taponearme con algodón mis orificios nasales. Estos algodoncillos tenían una forma ya destinada para la acción, eran alargados y con la ayuda de unas delgadas pinzas, las iba colocando y taponeando al fondo de mis desgraciadas fositas nasales. Me estaba ahogando, ya no podía siquiera aguantar… tenía razón, no era tan doloroso ¡Pero molestaban como diablos los tapones hijos de puta! El doc, quien me enceguecía de vez en vez con el brillo de su dorado reloj, taponeaba con fuerza y con todo el poder de la maldad. Debido a que no estaba amarrado, delaté mi molestia/dolor cuando mis piernas comenzaron a retorcerse tratando de encontrar algo que las contuviese. Eso nuevamente animó su labor… habrá de estar atrasado para algo pero seguía imperturbable en lo que es su vocación: ayudar al prójimo... pero con dolor. Demás que este fue ayudante de Torquemada en la inquisición y se ganó la vida buscando e interrogando brujas. Tenía que respirar por la boca ahora y vi en la mirada del doc un "¡¿Me estas hablando a mi?, dije ¿Si me estas hablando a mi?!" mientras usaba toda su fuerza para introducir esos maléficos trozos de algodón. Lo único que podía y me quedaba por hacer era defenderme... combatir...

Continuo. Debido al dolor y la -ahora- molestia de la labor de taponeo, había olvidado mis “suspiros de la muerte”, con cada trozo de algodón que el insertaba, era un soplido que al rato noté que hacía efecto jajaja incluso le tocó un poco a su ayudante de la maldad ¡La señora que no se callaba nunca! Pero se me olvidaba seguir… ganaban la batalla con su tratamiento, así que respiraba solamente por existir. Con mucho gusto hubiera dado alaridos de dolor, me hubiera retorcido en la camilla, o incluso me hubiera defendido, pero ya no… ya casi me reía…. y el dolor y la incomodidad se iban. Es raro eso, o quizá no tanto, la anestesia ahora me daba lo que necesité desde un comienzo. Si, tiene que ser eso. Estaba muy incomodo, con las nariz taponeada fuertemente, como si te metieras el dedo completo por la nariz (uno en cada fosa), llegaras al tope donde esta la curva y te quedaras así… respirando con la boca, con lágrimas que no dejaban de correr, con saliva que salía de mi boca, con los últimos espasmos que de a poco podía detener o controlar estando todavía afirmado fuertemente a la camilla... y bueno, aunque no continué con lo del aliento, me di el gusto de tener ¡¡¡El sabor dulce de la venganza en mi!!!! Jajajaja creo que el doctor salió con un ojo rojo jajaja ya no me importaba el haber comido empanada al desayuno, es mas, me sentía mal por no haber comido algo mejor o que lo complementara, huevos duros, picle, cebollas, ajo, ají o vinagre pasado jajajaja ya no estaba en mi, debe haber sido por la anestesia... si, eso pasaba, mi cuerpo asimiló lo que quedaba del dolor y comenzaba a relajarme. Sentía que la cara no estaba normal (bueno, hacía juego con la mente), es decir, sentía que los tapones estaban todavía ahí, pero no dolían ya. Definitivamente era la anestesia…

Era la hora del yeso parece, ya a esa altura de la aventura estaba más bien aweonado (más de lo normal jajaja), la enfermera me dice "cierre los ojos", me acordé de nuevo del tufo y estuve disparando a mansalva, pues no veía los ojos de mis enemigos. Olvidé mi ataque al rato otra vez... ella con su dulce voz me dice "Le voy a echar un pegamento, así que no los abra hasta que le diga ¿Entiende?", a pesar de mi estado pude esbozar un quejoso "Si". La cosa que me echaba me ardía pues me escurrió hasta los ojos, ella me dijo "No abra los ojos, ahora pondré el yeso". Ya no aguantaba la weá, si no tenía que haber dolor ni molestias ¿Que wea me pasaba? Además de respirar por la boca me ardían los ojos demasiado. Con los ojos cerrados sabía cual de los personajes me hacía que. Las manos de la señora eran ásperas pero no eran tan frías como las del doc, quien ahora me presionaba el yeso. Lo amoldaba fuertemente a mi nariz. Me acordaba de nuevo de mi aliento, ya casi no tenía fuerzas de echar más bocanadas de venganza. No me dolía pero la sensación de nariz fuertemente aprisionada con algodón era demasiado molesta, no sabía si era dolor, pero era muy incómodo. Ahora le sumo la wea de pegamento que me echó a los ojos... bueno, al fin la mujer me dijo "abra los ojos", los abrí y el líquido no tuvo piedad con mi ojo derecho. Sentí como la niña de ese ojo gritó. Mi cuerpo comenzaba a desarticularse por completo, es algo que no puedo describir y se entienda bien (bueno, como casi toda esta weá). Salivaba y espumaba, transpiraba y lloraba. El resto de mi cuerpo estaba aletargado, cansado de luchar conmigo mismo, evitando se defendiera. Ahora el doctor me seca mi dolor hecho fluido corporal. Lo hacía con cuidado, creo ver algo de compasión en su mirada... ¿Querría cobrarme el sexo ahora? Jajajja puta la wea. Ella interrumpió la romántica escena preguntándome "¿Le duele?"... ¿Si me dolía? ¿Que acaso mi cara no le decía nada? ¡¿La sangre en mis ojos?! (Que agradezca la desgraciada que tuviera el yeso fresco todavía, sino hubiera inventado palabras nuevas para demostrarle como me sentía a la muy... tontita). Me limpió ahora con un nuevo líquido que me quitó el dolor de a poco. Ahora puedo ver mejor, ese último líquido ayudo a que me compusiera. El yeso ya casi estaba seco y vi como el doctor llenaba un par de hojas. La señora del mal, me pegaba unas cintas cruzando el yeso "listo -dijo- ahora no se te va a caer, párese por favor don Samuel". Nuevamente un triste espectáculo para mi audiencia de dos... me incorporé como pude y trataba de mantener el equilibrio de mi cuerpo. Creo que uno de mis ojos se cerraba a medias, el otro estaba mirando pal lado del pico jajajaja chucha la wea. De a poco coordiné que los ojos mirasen al mismo lugar y estuvieran sincronizados en su parpadear. Trato de hacer algún esfuerzo pero no puedo, casi camino arrastrando los pies. De cierto modo violado, agotado y habiendo visto dimensiones inexploradas, olvidaba mi deseo concedido y me preguntaba ¿Porque a mi?... pasarían segundos para volver de mi ego-ísmo. El doc me hizo despertar depositando un papelito entre mis dos manos y diciéndome "se toma estas pastillas hasta el próximo control, pida la hora afuera". Obediente, salí con el papelito afirmado con las dos manos, no me acordaba que tenía dedos, sentía lo afirmaba con dos muñones. Pedí la hora al fin. Fue para el próximo Jueves, sería una semana así. ¡Otra vez olvidé algo para el dolor! Si bien es cierto ahora no tenía el dolor latente, pues soy solamente el resultado de haberlo sentido, necesitaba algo para cuando comenzara a volver, pues lo haría. Mi mamá miró la receta y notó que las wea que me recetaron eran solamente antibióticos, se devolvió a donde el doc y le preguntó que hago para la vuelta de los dolores. Tranquilo, le dijo que me tomara unos paracetamol y nada más. De ahí salí con mi cara adolorida en dirección a casa, todo gracias al trabajo de "sanación" que me fue ejecutado... ¡Por el Dr. Frankenstein e Igor! Bueno, no fue tan malo el trabajo, la nariz no quedó tan peor... a la salida, sentía la luz del sol me quemaba, inconcientemente me enroscaba en mi mismo y me cubría la cara. La gente miraba al fenómeno que camina por entre ellos... los normales, jajajaj estaba cagado de la risa ya, de dolor también, pero ahora más de la risa. Si, era un fenómeno, eso es ¡Mírenme, mírenme desgraciados! Mañana tendrán que pagar por ver... son todos iguales weonaje de mierda jajajaja mírenme... pero no tanto ¡Soy un ser humano! Soy de su raza, bueno, en gran parte... pero no teman más... ¡Acá estoy!... ¡Si, soy yo! jajaja ahora comprendo que la carga extra de anestesia surtía su efecto en mis lóbulos cerebrales. Como estaba muy cagado, nos fuimos en taxi. Camino a casa me daría mi mamá un sorpresa que me agradó y no esperaba (obvio que no se la esperaba... si era una sorpresa po weón), le pregunté a mi mamá si andaba con un chicle o algo para el sabor y el aliento. Le di un tufito suave a ella, para no quemarle las pestañas jajajaja me dijo que tenía una fuerte olor... a remedio... la wea de remedio (anestesia (y sus dosis de anti inflamatorio creo)) que me habían clavado en la nariz que me dijo el doc. Puta la wea, mi acción de defensa fue solamente soplar chasquillas y recordarles el olor que ya estando ahí conmigo, habría de tener toda la sala de torturas... digo, la sala ocho. Llegamos a casa. De ahí derecho a saludar a mi hija que me abrazó e intentaba tocarme la nariz... “No mi amor, no me toque que me duele”... no me dolía -no todavía- pero así haría caso mi pequeña cría.

Durante una semana, salivé como loco. Ya para la mitad de ese tiempo me hice la costumbre de tener que respirar por la boca. Además tuve que aprender a comer y respirar por el mismo ducto a la vez. Fue un muy duro entrenamiento esa wea, soportar el dolor físico y la desesperación mental que eso provocaba. La sensación de molestia y aprisionamiento en mi nariz cada día se acentuaba más. Estuve cada vez más cansado con el pasar de los días. Cansa respirar por la boca, muchas veces me atoraba porque olvidaba que si comía o tragaba alguna comida, necesitaba hacerlo de cargas pequeñas y no las acostumbradas por su servidor. A mitad de semana no quería más guerra. Me sentí de verdad mal... pero bien... si, saben porque jajaja Durante las noches se me secaba la boca (donde dormía con la boca abierta). Despertaba para tomar algo y mojarme los labios al menos, se me hacían tira las weas de labios, como las serpientes, cambiaba casi día por medio la piel de mis labios. Me salieron empoas más encima dentro de la boca. Con mi dieta de jugos, caldos y cosas molidas no me fue tan mal... comía las mismas weás que mi hija jajajaja fue dura esa segunda mitad de semana, ya no aguantaba la boca seca, la cual estaba así en todo horario. La herida comenzaba a sanar creo, me picaba mucho la wea... bueno, o sanaba o se estaba pudriendo jajaja ¿Cuando me sacaran la wea quedaría como quiltrito Pequines? No me preocupaba eso, lo que en realidad ocurría, era que ¡Me desespera tener la sensación de picazón y no poder rascarme! ¡Intentaba desesperadamente rascarme sobre la weá de yeso po! ¡Más encima, me picaba la nariz por dentro y las weas las tenía taponeadas! Eso creo que fue lo más duro de todo, esa desesperación de picazón y “no tener manos”... pasaban horas con la sensación en la cara. A punto de explotar y quitarme todo... si, se sumaba a todo lo demás, pero la picazón fue mi prueba final. En serio eran horas de concentración, de hacer dolorosas muecas para ver si así se rascaba. Lo malo es que el tapón nasal no me dejaba mucho movimiento posible. Si, ahora estoy seguro, esa semana fue dolorosa y molestosamente de mierda... ¡Como poder querer y no poder llegar a ninguno de esos lugares! ¡¡¡Vaya si que es defraudante!!! Además de las muecas, inventaba medios, pero el intentar usar alfileres o alambritos, terminaron siendo muy dolorosos como para seguir intentando rascarme con ellos. Manejé la concentración mucho en ese período. Cierto, me picaba mucho, tenía ganas de llorar de puro desespero, pero logré nuevamente reabrir mi “lugar feliz”.

Las pastillas prefería tomarlas de noche, lo aprendí al segundo día donde no podía dormir de dolor y molestias. De este modo, dormía de noche y sufría con las weás de día. Se venía también el aseo personal ¿Como te bañas sin tocarte la cara? Los gorros de baño los usas en el pelo, pero ¿Y el resto? con una bolsa plástica en toda la cabeza no se podía... lo intenté. El vestirme también fue otro pequeño lío.... pero, a pesar de todo esto, me consuelo con lo que había dicho en el primer correo y parte de este, que todo esto lo este pasando ¡Yo y nadie mas... de verdad! Un amigo me preguntaría más adelante si había quedado con alguna secuela jajaja le respondí que “Ninguna, pero cuando estornudo me soplo un coco” jajajajaja Pasaría una semana y yo rogando el día antes para que me encontraran bien la nariz, primero revisión física y luego radiografías. De lo contrario habría de pasar por todo nuevamente... no, no me encontraron mal. Aunque mi fijación -dijo el doc- se finalizaría por completo en unas semanas más, iba bien encaminada mi recuperación. Creo que ya tenía un adelanto pues si al momento de “la búsqueda del Click” le costó al carnicero... digo al doctorcito amigo, algo de buena fijación natural tendría que tener. De todos modos estaba con ánimos en caso de que pasara todo otra vez (en el caso de que no encontraran bien la nariz). He de agregar que me hacía gracia el mirarme al espejo, cada una hora tenía una cara diferente. Debido al intento de comer se me hinchaba, debido a hablar, se me dormían los labios, debido al pasar del tiempo, parecía un puto Mapache, los ojos comenzaron a ponerse morados como al cuarto o quinto día. Habían días incluso que me quedaba chico el yeso, eso era dolor y alivio, pues bastaba con que lo moviera un poquito y me podía rascar... bueno, ese alivio lo tuve justo el día antes de que me lo quitaran... pero bueno. No quiero ser repetitivo, bueno, quizás si lo soy, pero por última vez insisto en que el ser yo el que pasó por esto me hizo soportarlo con mejor ánimo... bueno, el todo poderoso se apiadó de esta alma y dejó que esta cosa se salvara en la revisión jajaja La cicatriz no se nota mucho, al menos eso es lo que me han dicho casi todos... ¡Que mala vista tienen! Bueno, mi siete invertido en la cara, ahora es solamente un dibujo rosadito...